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Conectividad y protección de datos

La conectividad es la capacidad de estar conectados con otras personas por medio de la tecnología analógica o digital. En una emergencia, es fundamental poder comunicarse con amigos o familiares, en cualquier parte, y obtener información pertinente y actualizada sobre lo que está sucediendo. Sin conectividad, es difícil y, a menudo, imposible, comunicarse con otras personas o intercambiar información. Ante una crisis, la falta de conectividad puede dificultar enormemente la localización de servicios básicos, como la atención de salud y la educación, o bien el acceso a ellos, el contacto con familiares y amigos, o la búsqueda de información necesaria para tomar decisiones, información que, en algunos casos, puede salvar vidas. La conectividad es esencial para prestar ayuda y generar resiliencia, así como para idear soluciones innovadoras y favorecer la continua transformación de la asistencia humanitaria.

Hoy en día, la conectividad suele ser imprescindible. Sin embargo, en situaciones de emergencia, por lo general, la infraestructura se daña y las telecomunicaciones dejan de funcionar. Como consecuencia, es imposible acceder a información actualizada y comunicarse con seres queridos. Por eso, cada vez más, varias organizaciones humanitarias conciben la información como una forma de asistencia: establecen puntos de acceso wifi, entregan tarjetas SIM y teléfonos, y ponen a disposición infraestructuras varias para ayudar a restablecer la conectividad. Pero es importante tener presente que las necesidades variarán según las particularidades de cada crisis. La forma de utilizar la conectividad y quiénes podrán supervisar esa utilización también dependerán de la situación. Por lo tanto, las iniciativas de las organizaciones humanitarias para restablecer la conectividad deben contemplar la responsabilidad y la inclusión digital, así como los conocimientos en la materia.

A la hora de proporcionar conectividad, las organizaciones humanitarias recurren cada vez con mayor frecuencia a prestadores externos, como empresas de telecomunicaciones. Esta modalidad plantea el interrogante de quién tiene acceso a los datos generados (por ejemplo, el código de identificación de usuario, los patrones de llamadas, la frecuencia de uso, etc.) y qué se hace con ellos. En principio, los datos recopilados con fines humanitarios no deberían utilizarse con otros fines. Por lo tanto, las organizaciones humanitarias tienen el deber de disponer todo lo necesario para que los datos que recojan estén debidamente protegidos de una vigilancia no justificada.

La vigilancia será lícita o ilícita dependiendo de si la persona o la organización que accede a esos datos tiene derecho a hacerlo y los utiliza con fines legítimos (como la aplicación de la ley). Sin embargo, los Estados tienen reglas distintas respecto de quién puede acceder a qué datos y en qué circunstancias. Por su parte, las organizaciones y sus socios (como las empresas de telecomunicaciones) pueden desempeñar sus actividades en varios Estados. Por consiguiente, para las organizaciones, es muy difícil controlar que los datos que recopilan no se utilizarán con fines que no sean humanitarios, lo que podría llegar a tener consecuencias desastrosas.

Es por eso que, en la XXXIII Conferencia Internacional, el Movimiento Internacional de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja promueve una protección más sólida y exhaustiva de los datos recopilados con fines humanitarios.