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Octubre de 2020
Por Catherine-Lune Grayson
Asesora de Políticas, Comité Internacional de la Cruz Roja

Tessa Kelly
Coordinadora de cambio climático, Federación Internacional de Sociedades Nacionales de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja


Resumen

La cantidad de personas que necesita ayuda humanitaria debido a la crisis climática ha alcanzado niveles sin precedentes. Ante más de 51,6 millones de habitantes del planeta que sufren directamente las consecuencias de inundaciones, sequías o tormentas, es sumamente importante que el sector humanitario reaccione y busque soluciones con urgencia. El Movimiento Internacional de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja (Movimiento) ha demostrado que desempeña una función importante en la reducción de los riesgos y la gestión de las repercusiones del cambio climático. A través de importantes eventos, entre otros la XXXIII Conferencia Internacional de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja (Conferencia Internacional) organizada el año pasado, o la reciente cumbre sobre el clima Climate:Red, celebrada en línea, el 9 y el 10 de septiembre de 2020, las organizaciones de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja han demostrado que están preparadas para anticipar las crisis y amenazas climáticas. Los acontecimientos “sin precedentes” son ahora parte de la norma, de ahí la urgente necesidad de medidas adecuadas de adaptación al clima.


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Los efectos del cambio climático persistieron durante los meses transcurridos del año y se sumaron a la propagación de la COVID‑19, con graves efectos en la vida y la salud de las personas. Con fenómenos como ciclones en el Pacífico, tifones en Asia, huracanes en América, inundaciones en África y olas de calor e incendios forestales en el continente europeo y en el estado estadounidense de California, la crisis climática dista de haber cesado en medio de la pandemia, sin que exista otra opción que afrontar las repercusiones humanitarias de ambas crisis simultáneamente. De recientes investigaciones realizadas por el centro de las organizaciones de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja sobre cambio climático y la Federación Internacional de Sociedades de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja (Federación Internacional) se desprende que, como mínimo, 51,6 millones de personas en el mundo se han visto directamente afectadas por una convergencia de inundaciones, sequías o tormentas y la pandemia de COVID‑19. Se calcula, asimismo, que más de 430 millones de personas en el mundo han estado expuestas a olas de claro extremo durante esta pandemia.

El cambio climático favorece y exacerba riesgos y afecta todos los aspectos de la vida de las personas, con inclusión de la seguridad, la salud, el acceso a agua, alimentos y medios de subsistencia. Las comunidades vulnerables están primera línea. Por consiguiente, el cambio climático ha dejado de ser una simple cuestión “ambiental” para convertirse en un tema que impulsa y requiere medidas humanitarias urgentes. Un análisis elaborado por la Federación Internacional elaborado puso de manifiesto que, si no se pone freno al cambio climático y no se invierte en valientes medidas de adaptación y mitigación, la cantidad de personas que necesitan asistencia humanitaria vital podría duplicarse hasta 2050. Incluso hoy, abundan los titulares de noticias sobre inundaciones, incendios forestales y olas de calor “sin precedentes”. Si la nueva normalidad supone la reacción ante acontecimientos “sin precedentes”, cabe preguntarnos ¿cómo se mostrará a la altura la red humanitaria de las organizaciones de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja?

De la Cumbre Climate:Red, organizada por la Federación Internacional el 9 y el 10 de septiembre de 2020, emanó la clamorosa exhortación a la acción por parte de las organizaciones de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja. El evento, que contó con la participación de más de diez mil (10 000) personas en cerca de doscientas (200) sesiones programadas durante más de treinta (30) horas ininterrumpidas, puso de manifiesto los enormes y multifacéticos efectos del cambio climático y el importante papel que desempeñan las Sociedades Nacionales de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja sobre el terreno en la reducción de los riesgos y en la gestión de los efectos de ese cambio. Uno de los principales objetivos de la cumbre fue orientar las velas en dirección del viento para impulsar las aspiraciones de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja para contrarrestar mejor las consecuencias de la crisis climática, en particular mediante la puesta en práctica de las promesas formuladas en la XXXIII Conferencia Internacional, en la Estrategia 2030 de la Federación Internacional, que coloca la  “crisis relacionadas con el clima y el medio ambiente” como el principal de los cinco desafíos mundiales que deberán ser superados en el próximo decenio, y en la Estrategia institucional del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) para el periodo 2019-2022, que incluye la adaptación a las consecuencias combinadas de los conflictos y del cambio climático como uno de sus principales objetivos.

El año pasado, la Federación Internacional, el CICR , las Sociedades Nacionales y los Estados pusieron de relieve los efectos de la crisis climática en el ámbito humanitario durante la XXXIII Conferencia Internacional y, por primera vez en la historia, vincularon los programas humanitario y climático mediante un evento virtual que reunió a los participantes en la Conferencia de las Partes (COP 25) de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, celebrada en Madrid, y en la Conferencia Internacional de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja, que tuvo lugar en Ginebra.

La Federación Internacional, el CICR y diversas Sociedades Nacionales dejaron sentado por escrito este sentido de compromiso en las Aspiraciones del Movimiento en relación con la respuesta a la crisis climática y formularon la promesa para Fortalecer la resiliencia de las comunidades ante el cambio climático y la degradación del medio ambiente mediante una acción humanitaria que contempla los factores climáticos. En esta última se plantea las aspiraciones de los asociados del Movimiento para mejorar su labor mediante la integración sistemática de los riesgos del cambio climático en la planificación de programas y operaciones, de manera que los acontecimientos “sin precedentes” no tomen por sorpresa a sus miembros, sino que estos estén adecuadamente preparados para anticipar los choques y los peligros derivados del clima. Las organizaciones de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja se comprometieron también a examinar detenidamente sus actividades para favorecer modalidades de intervención ecológicas y reducir los efectos de estas en el medio ambiente y el clima.

Sin embargo, la incidencia de la labor y del comportamiento de los componentes del Movimiento tiene sus límites. Este, además de exhortar a la adopción de medidas de mitigación más ambiciosas, tienen la oportunidad, y quizás el deber, de esforzarse por mejorar las prácticas del sistema humanitario en general. Ha llegado la hora de completar el “Código de conducta de 1994 relativo al socorro en casos de desastre para el Movimiento Internacional de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja y las organizaciones no gubernamentales” con promesas claras, sencillas que denoten aspiraciones sobre el clima y el medio ambiente y sirvan de orientación a la comunidad humanitaria.

Las organizaciones humanitarias disponen de varias herramientas prácticas que favorecen un mejor aprovechamiento de las previsiones científicas en diferentes escalas de tiempo y la reducción de los efectos ambientales y la emisión de gases de efecto invernadero de las operaciones humanitarias. No obstante, no existe un documento sencillo que reúna compromisos fundamentales por parte de la comunidad humanitaria en materia de clima y medio ambiente. Así, en su promesa, las organizaciones de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja señalar su empeño en elaborar una carta sobre el clima y el medio ambiente con el apoyo del sistema humanitario en general y destinado a este.

El diálogo emprendido con un comité permanente constituido por organizaciones y redes humanitarias, así como con expertos en materia de clima y medio ambiente, prosiguió en la Cumbre Climate:Red. En ese contexto, se invitó a todas las Sociedades Nacionales a intercambiar puntos de vista en sesiones que contaron con servicios de interpretación en inglés, francés, español y árabe. En los próximos meses, se solicitará a los componentes del Movimiento y al sector humanitario en general que aporten contribuciones para forjar ese nuevo “parámetro de referencia” de la comunidad humanitaria.

Conforme quedó de manifiesto en el informe de la Federación Internacional “El costo de no hacer nada”, publicado en 2019, si se adoptan medidas adecuadas de adaptación al clima, podría ser posible la estabilización e incluso la disminución del número de personas que necesita ayuda humanitaria debido a la crisis climática. Pero es necesario actuar ahora. Para estar a la altura de ese desafío, el sistema humanitario debe mejorar colectivamente sus prácticas y dotarse de mejores medios y preparación para hacer frente a la crisis climática.


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