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Transferencias monetarias

El término transferencias monetarias designa todas las modalidades de asistencia en forma de dinero en efectivo y vales. En la práctica, estas transferencias consisten en otorgar dinero (a menudo, por vía digital) para la compra de productos seleccionados de antemano en comercios determinados. Se trata de una de las opciones de respuesta disponibles para apoyar a las personas que atraviesan una crisis. La manera en que se utilicen dependerá de la situación: una transferencia monetaria adecuada se utiliza como alternativa o como complemento a la asistencia en especie (alimentos o herramientas, por ejemplo). Se considera como uno de los mecanismos más flexibles y eficaces para salvar vidas, proteger medios de subsistencia e impulsar la recuperación de las personas tras una crisis.

Esta modalidad de asistencia se basa en el máximo respeto de las elecciones y las necesidades de las personas que atraviesan una crisis determinada. También puede estimular los medios de subsistencia, las economías y los mercados locales, y, así, contribuir a que la economía local no se vea perjudicada por nuestra respuesta humanitaria. Por otra parte, suele ser más rápida y más conveniente en cuanto a costos que la asistencia en especie. Su eficacia dependerá, obviamente, de la situación (¿Se pueden conseguir los productos en el mercado local?) y de la capacidad concreta de las personas afectadas de recibir el dinero en efectivo (¿Tienen una tarjeta SIM o un teléfono móvil?). Sin embargo, la investigación y la práctica demuestran que son muy eficaces, ya que ponen la asistencia humanitaria al servicio de las necesidades y las preferencias de las personas, apoyan los mercados locales, establecen un nexo entre la población y las instituciones financieras, etc.

Las soluciones digitales y electrónicas (como el dinero móvil, las tarjetas prepagas y las transferencias bancarias, junto con los vales electrónicos, que se envían por medio de tarjetas inteligentes o teléfonos móviles) son cada vez más comunes por considerarse más seguras y justificables, tanto para beneficiarios como para donantes. Sin embargo, es importante tener presente que las organizaciones humanitarias dependen de prestadores de servicios externos, como bancos u operadores de redes móviles, para el establecimiento y la ejecución de las transferencias. Es decir, los datos personales recogidos en el marco de un programa de transferencia monetaria están disponibles para socios que no pertenecen al sector humanitario.
Los datos recopilados como parte de este proceso suelen ser más exhaustivos que los recogidos en distribuciones de asistencia convencionales, ya que se debe tener la certeza de que el dinero está llegando a las personas indicadas. Como los datos son accesibles también por socios privados, es importante que las organizaciones humanitarias evalúen qué podrían querer hacer con ellos estos socios y a quién podrían llegar a transmitirlos, en virtud de los distintos marcos jurídicos y acuerdos de asociación vigentes. En principio, los datos recopilados con fines humanitarios no deberían utilizarse, en ninguna circunstancia, con fines que no sean humanitarios (por ejemplo, para el establecimiento de perfiles de crédito, la aplicación de la ley, control fronterizo o publicidad) y que pudieran ocasionar problemas a las personas que han recibido la asistencia.

Es por eso que, en la XXXIII Conferencia Internacional, el Movimiento Internacional de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja promueve una protección más sólida y exhaustiva de los datos recopilados con fines humanitarios.